La epilepsia influye en el día a día del paciente que la padece, exigiéndole el cumplimiento estricto de unas pautas como la toma de la medicación o la renuncia a ciertas actividades, pero ello no conlleva que un paciente epiléptico no pueda llevar a cabo una vida absolutamente normal.
Se debe tener en cuenta el tipo de epilepsia y la asociación con otros problemas neurológicos, en la mayoría de los casos es posible obtener la autonomía necesaria para vivir de manera independiente e integrada en la sociedad.
Afrontando una crisis: lo que se debe y no se debe hacer
La observación de la crisis para después describirla puede aportar información muy valiosa para adecuar el tratamiento paciente. Se deberá intentar observar cómo empieza, si en una parte del cuerpo o en todo, la duración, si pierde la conciencia desde el principio, si se desvía la mirada, se emite espuma por la boca, si hay pérdida de control de esfínteres, si requiere medicación y cómo se produce la recuperación posterior.
Como ya se ha comentado previamente, existen diferentes tipos de crisis, diferenciándose en convulsivas y no convulsivas.
En las no convulsivas es fundamental la información adecuada de las personas del entorno, debido a que en muchas ocasiones son difíciles de detectar. Los adultos pueden identificar sus propias crisis focales, pero en niños pequeños o en casos de crisis de ausencia, son las personas del entorno las que pueden reconocerlas.
Las crisis convulsivas generalizadas son potencialmente más peligrosas. En estos casos se deben desarrollar una serie de pautas de actuación que garanticen una atención correcta del paciente en caso de que padezca una crisis y para evitar las lesiones durante esta.
Título original: AFRONTANDO LA EPILEPSIA
Autores: Dra. Esther Díaz, Dra. Beatriz González, Dra. Rebeca Losada, Dra. María Rodrigo, Dr. José Serratosa, Dr. Víctor Soto
Edita: Enfoque Editorial S.C.